jueves, 3 de diciembre de 2009

BIENVENIDA


Desde que Juan nació tuve la impresión que su solo existencia me obligaría a recorrer un camino lleno de dudas, incertidumbres, felicidad y sobretodo de aprendizaje… no me equivoqué, en mi tarea de ser madre me enfrenté a un sinnúmero de dilemas, el más difícil: educarlo con ayuda de la escuela o no. Dentro de un sistema educativo donde la escuela pública, como todos sabemos se encuentra desvastada, a la deriva, desfasada del tiempo, desatendiendo su rol específico priorizando una asistencialismo necesario, y en la masividad, no respetando la diversidad.
Desde mi experiencia como docente y el conocimiento de la situación por la atraviesa la educación publica en al actualidad, puedo afirma que la escuela que hoy se nos propone desde el estado para muchos de nuestros niños es deformadora de las potencialidades y aptitudes, haciéndoles desviarse de un camino en donde puedan desarrollarlas.
No digo con esto que para todos los niños sea lo mismo, creo que es responsabilidad de los padres que cada uno detecte si la educación que les proponemos desde la escuela es adecuada para nuestro niño, seguro que habrá casos que si lo es; tampoco digo que esta situación sea la ideal, dado a que considero que hay aspectos por demás beneficiosos que conlleva asistan a la escuela, solo digo que es este caso consideré que no era lo mejor para él.

Juan fue al Jardín de cuatro y al de cinco años, lo inscribí en un primer en el primer grado, se integró bien, pero sin duda era una molestia para la maestra, ya que tenía más de 25 niños con características muy distintas que le impedía respetar la diversidad, ya que humanamente es imposible, por lo que “se nivela para abajo”. Al poco tiempo, y luego de varias conversaciones con la maestra, con los directivos, les plante la posibilidad que rinda libre, con lo que aceptaron. No es que nunca vuelva a la escuela creo que en algún momento cuando conozca más su “SER”, intuyo que querrá experimentarlo y creo que debo prever que siga vinculado al sistema por si eso ocurre.
En casa ayuda la abuela, que es maestra, para cubrir los requerimientos de la escuela formal. La lecto-escritura fue una necesidad planteada por él y que en los primeros meses de sus 6 años se consolidó. Respeto sus necesidades de aprender y trato de cubrirlas de inmediato con la abuela Rosa, quien le propone desde una visión holíticas, actividades a las que Juan le gusta recrearlas.
Si tuviera opciones en el medio seguramente que hubiera buscado la mejor, pero vivimos en una localidad pequeña que me impide contar con varias opciones, por lo que tuve que recurrir a lo que creí más conveniente: enseñarle en casa de acuerdo a nuestras convicciones, creencias y sobretodo atendiendo sus necesidades. Educación que se refuerza con la asistencia a otras actividades en donde además tiene la posibilidad de sociabilizar con otros niños, como por ejemplo asiste a Inglés, taekwondo, música en la que mayoría no son más de 15 niños.

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